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96 ANUARIO i\\JSJONAI.. figuró grandemente la piedad y d<:vociones católicas primeras. Desde la Revolución el cuidado espiritual de estos pueblos es– tuvo en m1tnos del clero secular indígena, el cual er~ tan escaso qae apenas pudo atender más que H lo más esencial, como es el administrar el bautismo y el sacramento del matrimonio. La inslruc· ción catequística, los sacramentos de la confesión y comunión y el de la extremaunción quedaron sumamente descuidados. De modo que, al adveuimiento del Aglipayanismo en 1903, el terreno estaba abonado para la mala semilla. 4. Obstáculos. Nuestros padres encontraron en un principio grandes obstácu– los para su labor apostólica. El Aglipayanismo, con viejas raices en Labrador y Bugallón y numerosos tentllculos en los otros pue· blos, renovó las calumnias de la Revolución contra los cfrailes• y los <castilas,• esforzándose por desviar de nosotros al pueblo, pre– sentllndonos, ya como agentes del Vaticano, que veniamcs a sacar el di11ero de Filipinas y mandllrselo al Papa , ya como continuadores de la antigua dominación, que traíamos el design:o de renacer la antigua tiranía y opresión. Y hay que confesar que al amparo del nacionalismo, que predic1tba , nos hizo a veces grandes dafios. El protestantismo mantel\ra sus pastores en Bugallón y Sual y se filtraba en las instituciones docentes del Estaéo por medio de los Pioners y otras asociaciones semejantes. Pero, por más de que m!.lltiplicaba sus biblias y repella a voces en las plazas ante gran· des concursos de gente tas tradicionales inveclivas contra el Papa y ht Iglesia Católica, pocos adeptos lograba recluta1. Hacia, sin embargo, su labor negativa, pues demotra la piedad d&muchos y propagaba el indiferentismo. Aparte de estos obstáculos, abundaban otros ya por parte del clima, ya de la comida, ya de le lengua, que era necesario apren– der bien, para trabajar con aceptación y fruto, y para cuyo estudio faltaban los más elementales medios, como el diccionario y una gramática buena.Nuestros Padres no se arredraron por ello y, ven· cléndose, se acostumbraron a la comida del país, sobrellevaron las molestias del clima y dominaron con admiración de los naturales la lengua de Pangasinán. 5. Labor de nuestros Padres. La labor de nuestros Padres fué doble, pues no sólo atendie· ron al cuidado espiritu&I de sus feligreses, sino que realizaron tim· bién una meritrsima obra materii.1, construyendo, reparai:do y bt'r·

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