BCCAP000000000000125ELEC

214 ~'VARIO ,.\\ISIOSAL ¡Cuantas veces, escribe el misionero, hablando con paganos, hemos podido ver la admiración de los mismos ante la ausencia de mujeres en nuestras estaciones, ante nuestro celibato. Es una no– ta que hace aparecer a nuestra religión y estado monacal y sacer– dotal muy superior a la protestante. Sin emb;,rgo nos hacen mucho mal, y es un obstáculo pura la conversión, pues los paganos, que no nos conocen, y ven en nos– otros y en los Protestantes a unos europeos, que predicamos la re– ligión de jesús, creen que lodos somos unos, y única la religión que ambos predicamos. (1) Y la prueba d~ que el trabajo que realizan es un trabajo mera– mente mercenario, la tenemos en el hecho de que cuantas veces hay rumores de algún peligro en la misión, enseguida huyen de sus puestos, como sucedió hace unos seis aMs, que ante las habladu– rías, que por la misión corrían, de un aparente peligro comunista, escaparon vergonzosamente, dejando todo en completo abandono para poner a salvo su vida, mientras que ni uno solo de los misio– neros católicos se movió de su puesto, dispuesto a dar la vida po~ sus ovejas, como lo ensel1ara su Divino Maestro el Buen Pastor. Los verdaderos enemigos del misionero católico son los alcal– des de los pueblos, que ponen verdaderos obstáculos a su trabajo y labor, y les hacen la guerra más solapada y pertinaz. Pero la expli– cación de este fenómeno es muy clara. Casi todos estos individuos, revestidos de autoridad, tienen comercios en los que venden vari– llas de incienso, papeles supersticiosos y cosas por el estilo, que ofrendar a los dioses. Como nuestra Religión prohibe todas esas ri– diculeces, y el comercio se paraliza, prohiben a sus convecinos se llagan cristianos, y a los que abrazan el cristianismo tes causen to– da clase de molestias. Más contra el poder de los hombres está el poder de Dios, y son consoladores los felices resultados en tan bre– ve tiempo conseguidos. (IJ De las not•s remitidas Por el P. Beranlo de Lorca.