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e cerdotal y de su ministerio permanece inmaculada cualesquiera que sean los extravíos del sacerdote, así lo enseña la fé. Re spetar, venerar y amar al sacerdote por razón de la dignidad y santidad de su carácter y del ministerio que á él está vinculado, es obli- gatorio, aun cuando por otra parte sea indigno del respeto de los pueblos, como asi lo enseñó Jesucristo con su doctrina y con sus ejemplos, enviando á los diez leprosos á los sacerdotes, y di- ciendo á los pueblos que los respetaran porque ocupaban la cáte- dra de Moisés. Sin embargo, es preciso tener una fé heróica para no ver sino la imagen de Jesucristo, su representante, su ministro aun en aque- llos casos en que su brillo y esplendor están oscurecidos por las imperfecciones de la pobre humanidad, aun en aquellas ocasiones en que la dignidad sacerdotal es vilipendiada y degradada por una conducta poco edificante. Aprendamos de nuestro beato Diego á respetar y venerar á los sacerdotes todos sin excepción por razón de su carácter y de su ministerio á los que están vinculadas tantas glorias, aprendá- moslo de él como él lo aprendió de nuestro seráfico P. San Fran- cisco, y éste de nuestro Señor Jesucristo que tanto nos lo ha in- culcado con su doctrina y sobre todo con sus ejemplos. Este es uno de los más grandes deberes que tenemos, uno de los deberes cuyo cumplimiento es más necesario y esencial para conservar la uni- dad de la Iglesia, la paz y el orden en el pueblo cristiano. En virtud del derecho divino el sacerdote es superior al comun de los cristianos, el Obispo lo es al comun de los sacerdotes, y el Sumo Pontífice lo es al comun de los Obispos. El respeto y veneración á esa gerarquía son obligatorias, y nadie puede santificarse si falta á ose deber. Esa superioridad/gerárquica no se funda en el saber, ni en la virtud, ni en las riquezas, sino en el carácter, en el mi- nisterio que á él está vinculado, y en la dignidad que de ambos se deriva. Y así como por razón de esa dignidad, de ese ministerio y de ese carácter el sacerdote, y sobre todo, el Obispo, “y especial- mente el Sumo Pontífice'son siempre representantes y ministros de Jesucristo, imagen de!Jesucristo, otro Jesucristo sobre la tierra, igualmente estamos todos obligados á respetar y venerar á Jesu- cristo en todo sacerdote, Si el sacerdote falta á/su deber no son los legos quienes han
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