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a "Nuestro S. Vicente Ferrer dió pruebas clarísimas de que el Cielo lo envió como un precursor del juicio final; pero á este reli- gioso estoy persuadido que lo ha enviado para que predicando eo- mo los Apóstoles el dogma de la Sma. Trinidad, nos persuada é inflame con su culto y devoción.” El mismo efecto causó en Málaga, Sevilla, Córdoba y otras ciudades: en todas partes se le consideraba el apóstol del dogma y devoción á la Sma. Trinidad, y por eso se le representó desde el principio con el emblema de Dios Uno y Trino, esto es, con un triángulo y un ojo en medio de una grande claridad y despidiendo rayos de vivísima luz. Así es como la piedad de los fieles ha unido la Sma. Trinidad y nuestro beato Diego para indicar que lo consi- deraba como el más grande é ilustre apóstol de tan sublime mis- terio en nuestros tiempos de indiferencia é incredulidad. Debemos añadir todavía dos palabras para dejar bien estable- cido cuán grande fué el celo que desplegó nuestro beato Diego pa- ra arraigar en los pueblos la fe en el profundo arcano de un Dios naturalmente Uno en la esencia y Trino en las personas, é inflamar sus corazones en el amor y devoción de tan augusto é impenetra- ble misterio. Un ilustre misionero capuchino, el venerable P. Fr. Feliciano de Sevilla, devotísimo también del misterio de la Sma. Trinidad, había fundado una piadosa asociación de oraciones para venerarla de una manera especial. Tres personas convenidas y asociadas en un mismo espíritu y una misma intención, debían señalar tres ho- ras del día ó de la noche, y cada una de ellas la hora que había elegido debía pasarla en meditación y rezo de oraciones y cánticos en honor de Dios Uno y Trino, y concluir su piadoso y santo ejer- cicio con el trisagio común. Esta asociación duró bastante tiempo, pero estaba ya casi olvidada cuando el beato Diego la restableció á su primitivo fervor, la desarrolló y sometió, por decirlo así, á la sanción de la Santa Sede. En efecto, el Sumo Pontífice Pío VI expidió un breve en 1774 por el que concedía muchas indulgen- cias y favores á los asociados que practicaren los piadosos ejerci- cios prescritos por nuestro beato Diego José de Cádiz en honor de la Sma. Trinidad. ista grande y extraordinaria devoción hacia tan alto y subli- me misterio, misterio lleno de impenetrables profundidades, de ar-

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