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o sc — 30 — ¿ deseos con que ansiaba ver en el cielo la Trinidad beatísima que tanto yeneraba y amaba sobre la tierra. Jamás principiaba un sermón sin invocar primero la Santísima Trinidad, alabarla y bendecirla. Las consultas á que respondía, y las cartas que escribía estaban siempre encabezadas con el nom- bre de este augusto misterio, y las alabanzas y bendiciones que le prodigaba. Cuando emprendía un viaje cualquiera rezaba siempre el trisagio de la Santísima Trinidad. En todas partes promovía esta devoción, ora predicando en las iglesias Ó plazas públicas, ora exhortando á la gente que encontraba en los caminos, ó veía tra- bajar en los campos. Una de las ocasiones más memorables, y que en efecto causa profunda impresión, esel suceso que ocurrió en su y iaje de Caspe á Maquinenza en la Corona de Aragón. Durante el trayecto can- taban él y la muchedumbre que lo acompañaba el trisagio de la Santisima Trinidad con un fervor y entusiasmo extraordinarios. A eso de las diez de la mañana aparecieron tres soles absolu- tamente iguales en magnitud, belleza y esplendor, fenómeno que duró por espacio de dos horas. Esta aparición fué considerada por la numerosa y devota comitiva que acompañaba á nuestro beato Diego, y por la gente que lo vieron, como un verdadero mi- lagro que Dios obró para manifestar sensiblemente cuánto le agra- da la devoción al misterio de la Santísima Trinidad. Podrá discu- tirse si fué ó nó un fenómeno natural, pero es lo cierto que en- tonces se conocían los parelios, y que no se reputó, ni aun por la gente docta é ¡lustrada, por un hecho producido naturalmente por las combinaciones de los rayos solares de que resultan los soles falsos, ó imágenes del sol verdadero tan conocidas en la meteoro- logía luminosa. De este fenómeno se tiraron láminas que se pro- pagaron con mucho entusiasmo, y conservaron religiosamente, y sobre él escribió una muy erudita disertación el M. R. P. Fray Bruno de Zaragoza, ex Provincial de la Provincia de los RR. PP. Capuchinos de Aragón. Sea como fuere, es indudable que en Aragón, Cataluña y Navarra la aparición de los tres soles, como se la llamó, causó una impresión muy profunda, y que aun hoy día se recuerda con religioso respeto por mucha gente que lo ha oído referir á sus mayores. De ella hablan sus primeros biógrafos, y algunas oraciones fúnebres que se pronunciaron con motivo de
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