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(71) de mi, que lo.soí. Sc admiro el Com. curso; pero el Compañero satisfizo 4 los que pudo, y se.conoció, que la aparente locura: cra Obediencia. yer- dadera de vna humildad profunda. No era mencfter, que el Prelado le. advirticra , cómo se havia de ha- cer despreciable , porque su humil- dad lo impelia á cllo. Por esso quan» do comia en las mesas de Señores de mas clevado caraéter , yd esparcia los huevos por la barba, al beberlos, yá pretendia tomar el caldo con. te- nedor, .ya.en fin discurria modo, có- mo lo tuviessen por ridiculo, : y se ricssen de. él los circunftantes; y si encontraba alguno, : que, lo despre, ciasse, no solo no se indignaba, sino que lo defendia, como;si le hiciera wn beneficio muy grande. Un dia encontró a Serafin vn Re- ligioso de otro Orden, y lo trató de hypocrita , diciendole , que engañas ba a Dios, y á los hombres, El Santo .

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