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(39) delterro. Serafin aquellos perniciósos jucgos ,; quedando la Ciudad reme- diada. No fué menor el ardor ; con que defterro los Libros , y Pinturas pra- fanas. En vna ocasion entró en casa de Ansidonia Migliani, que eftaba entretenida en leer versos nada. pro- vechosos, y reprchendicndole, le di- xo entre otras cosas: J: os gufla la poesía, yo 0s enseñare una Cancion en álabanza de el Criador. Recitola con vn fervor Serafico, y la dexó taú inclinada a la devocion , que no vol- vió la Señora á tomar mas Libros; que aquellos, que podian ser vtiles 4 su Alma. Otra vez entró ch. casa de vna Dama de grande credito en Asculi, cuyo nombre era Isabel Ar- pini.. Tenia elta para adorno de sus Quadras Lienzos, en que eftaban de- lincadas Pinturas-indecentes ; yn9 contento con la reprehension, que le did de palabra, subió en vna silla, a y