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97 Fray Emiliano de Cantalapiedra j •••••••• Por el camino, que era largo, hasta Santa Rosa, el P. Adolfo y yo, íbamos intercambiando ideas sobre la situación. Yo le decía que la solución era, cortar el valle de montaña a montaña, desde la Sierra de Marewa a la Sierra grande, de Este a Oeste, que todo eso es lo mismo, con la colaboración de familias yukpas del Tukuko, que haría conucos siguiendo la cerca del potrero, que el hacendado recién había hecho en el Valle, y en medio del cual hacían la vivienda rústica. El padre opinaba que era mejor invocar la autoridad. Yo era muy escéptico respecto a que la autoridad hiciera algo en salvaguarda de los derechos de los barí. Quería evitar un inútil viaje a Caracas. Anteriormente, cuando el señor hacendado entró en Santa Rosa, la primera vez que usurpó tierra a los barí, el P. Adolfo, que era el responsable de la motilonía, recurrió en Caracas a un conocido funcionario indigenista, que era defensor de los indígenas y expuso el caso. Puso, además la denuncia en el Ministerio de Justicia, que en ese tiempo era el responsable de la política indigenista del país. De momento, el hacendado salió, pero luego volvió y la usurpación de esas tierras se consolidó. El P. Adolfo me dijo que él no se oponía a que yo realizara lo que yo proponía, que él me daba la bendición y su apoyo. Así, hablando, llegamos a Santa Rosa para comer y seguir el camino del Tukuko. Era la una de la tarde y aún nos quedaban veinte kilómetros por andar. Al llegar a la estación misional de Ntra. Sra. del Camino hicimos una pausa para descansar y rezar una fervorosa Salve a la Madre de Dios y madre de los barí, pidiéndole nos protegiera en los dificilísimos días, que suponíamos, se nos echaban ern;ima. Llegamos a la Misión del Tukuko casi de noche. Reuní a los yukpas mayores del Tukuko y les conté lo que estaba pasando con las tierras de los barí, junto al río Bachichida. Les hablé de la vivienda que se estaba construyendo, y de la posible llegada de la cuadrilla de trabajadores, para acelerar la invasión de tierras. Les dije que si los yukpas no apoyaban a sus hermanos barí, éstos se quedarían sin esa tierra que estaba siendo
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