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96 •••••••• \ . M~!!1:?.1:~q~ . ........................................ Llegamos a la estaciónmisional de Santa Rosa poco antes del mediodía del doce de abril. El cocinero nos tenía preparada la comida, cosa que le agradecimos todo lo que pudimos. La tarde la empleamos en darnos un baño en las limpias y frescas aguas del Santa Rosa y descansar. Amanecido el día 13, celebramos la Santa Misa y comulgamos. Después tuvimos un buen desayuno como para aguantar todo el día, si hubiera hecho falta. No sabíamos qué nos sucedería en este día. LA LENTA INVASIÓN Caminamos en dirección a la motilonia. Nuestra tarea era escoger un sitio apropiado para establecer un Centro Misional. En nuestra cabeza se apretaban muchos planes y eso nos daba mucha ilusión. Habríamos caminado nueve kilómetros, estábamos cerca del río Bachichida, cuando escuchamos unos golpes secos, sonoros y continuos, como martillazos; apuramos el paso. En el potrero que el hacendado había hecho, arrebatándole tierra a los barí, estaban construyendo, a toda prisa, una casa rústica, con paredes de madera y techo de cinc. Trabajaban aprisa y varios a la vez. Como nos habíamos detenido a cierta distancia, los obreros no nos vieron. Miguel Moreno, colombiano, encargado de la ganadería del Tukuko, casado con una indígena yukpa y residente en la Misión, descifró el enigma: el hacendado construía una casa rústica para alojar la cuadrilla de macheteros, que iban a despejar una ancha franja de selva, en dirección al sur para ocupar más terreno barí. El padre Adolfo, entendió la gravedad de la cuestión, se puso muy nervioso y dio orden de volver al Tukuko: era preciso ir a Caracas y plantear allí este asunto tan grave.

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