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83 Fray Emiliano de Cantalapiedra ;···--··· Llegó el 12 de octubre. Hubo muchos invitados, vinieron, sobre todo, muchas hermanas !auras, de Venezuela y Colombia, y también, muchos religiosos capuchinos. Empezamos con la Santa Misa, bien solemne, se bendijeron los edificios, y a continuación, hubo festejos populares: cantos, juegos y la "Chicha maya". Hubo un almuerzo abundante y sabroso y, al caer la tarde, cada uno marchó a su casa. A esta fiesta vino también el superior regular de los capuchinos. Hablé con él varias cosas y entre ellas, mi deseo de dar una vuelta por el Tukuko y llegar hasta la motilonia, pues ¡por fin se había logrado el primer contacto pacífico con los barí! Decidimos que mi visita tuviera lugar en noviembre. En espera de ese día continué con la rutina de siempre. Mientras tanto, también del Tukuko me llamaban para que fuera a pasar unas semanas allí y visitar a los barí. Todo el mundo sabía cuánta ilusión tenía yo, de que se contactara a los barí. A últimos de noviembre, el día de la Virgen Milagrosa salí de Guarero, y sin parar, llegué al Tukuko al día siguiente, 28 de noviembre, bien cansado por viaje tan largo. Me recibieron todos con mucho cariño. Conocí a Manuela, la esposa del misionero seglar Cesáreo Barrios, que además había tenido una pequeña hija, que nació en Maracaibo, pero era tucuqueña de pura cepa. El día de mi llegada, después de los saludos y las agradables sorpresas fui a rezar el rosario a la Iglesia, saludé a la Virgen María con el Ángelus. A continuación la cena. Con toda alegría comencé el día 29 de noviembre, festividad de Todos los Santos de la orden franciscana, fiesta grande para nosotros que la celebramos siempre con alegría recordando a nuestro padre San Francisco.
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