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82 ········":_ Memorias ··•······•···•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• dos Misas que celebraba en el pueblo, por la mañana y, por la tarde, en el barrio del Carmelo. Daba también catecismo. De esta manera pasaron los tres meses y tres días que estuve en Casigua, desde el 15 de mayo al 18 de agosto, todo esto en el año 1960. En esta última fecha regresé a Guarero donde continuaban las obras de albañilería, dando los últimos toques para dejarlo todo listo y poder comenzar a pintar cuanto antes. A pintar comencé yo sólo y posteriormente vino un obrero a ayudarme, pero de vez en cuando, lo reclamaban en la obra y me dejaba solo. Con ese compás lo fuimos pintando todo, aprovechando bien la luz del sol, de siete a siete. Al mes justo de empezar terminé de pintar el internado de las niñas y empecé con la casa de las hermanas que ya casi estaba terminada. Como dije antes, urgía acabarlo todo para empezar el curso. La casa donde, hasta ahora habían vivido las misioneras lauritas, era muy pobre, en realidad unos pobres ranchos que amenazaban venirse abajo. Verdaderamente dignas hijas de su madre fundadora, la madre Laura Montoya. Con el funcionamiento del internado era urgente que las hermanas se instalaran en la nueva casa, para así atender a las niñas internas, a la escuela y a la parroquia, de mejor forma. Hicimos la mudanza de las hermanas desde los ranchos hasta la casa nueva. Total que para primeros de octubre ya estaba todo en condiciones y se decidió inaugurar las obras el 12 de octubre, Día de la Raza y fiesta de la Santísima Virgen del Pilar. Se habilitó un salón grande de la nueva construcción, como capilla. Quedaba entre el internado y las clases. Esperábamos construir la nueva iglesia parroquial próximamente. Con esto se abandonaron las viviendas que hasta entonces habían usado los misioneros y la pequeña iglesia parroquial que, aunque era relativamente reciente, por estar mal construida, amenazaba ruina. De hecho todo esto se vino abajo a poco de abandonarlas.