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80 ........ \ Memorias ······•·•····•·•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• Ahora tenía que adaptarme a la nueva vida entre los guajiros de Guarero. Mientras tanto me ponía a disposición del Padre para hacer las cosas que fueran saliendo, como ir al mercado de los Filúos, en Paraguaipoa y hacer diversas diligencias. En la Guajira colombiana estaban los capuchinos italianos. Ellos eran párrocos de Maicao y, anteriormente venían hasta Paraguaipoa y Guarero a celebrar Misa los domingos, pues el sacerdote de Venezuela, más próximo, llegaba hasta Sinamaica. A Maicao había que ir algunas veces, pues en Los Filúos muchas cosas no se conseguían. Hasta entonces la casa de las hermanas y la iglesia parroquial estaban en medio del pueblo y distaba del lugar donde se construiría el internado y la nueva casa de las hermanas, un kilómetro. Ese recorrido era obligado hacerlo varias veces al día, empezando por el amanecer, por la Misa y durante el día, muchas veces. A mediados de diciembre comenzamos a traer granzón para las obras, con el camión viejo y destartalado. El chofer era Juan Sánchez, popularmente apodado "Juan Charrasqueado" (o simplemente, Charrasca). Lo íbamos a buscar a Carretal que distaba 30 kilómetros. La vía para llegar allí se estaba haciendo y era un problema recorrerla ocho veces al día, cuatro de ida y cuatro de vuelta. Lógicamente los domingos y fiestas, descansábamos. Así estuvimos hasta enero de 1960. En marzo, repetimos la operación, pero esta vez hasta Guana, unos cinco kilómetros mas allá, donde, aprovechando las obras que allí se efectuaban, se estaban haciendo las rejas, romanillas, etc. para Guarero. A partir de febrero comenzaron las obras, con la hechura de las bases y posteriormente el levantamiento de las columnas, para acabar vaciando la platabanda. Esto implicó contratar más obreros y yo, por un tiempo, tuve que hacer de chofer para traer la arena, por el camino de Castilletes, que se bifurcaba antes de llegar a Paraguaipoa. Más o menos a una distancia de 11 kilómetros. Aquí la dificultad era la arena suelta que se desplazaba bajo los efectos del viento. Esto de acarrear arena, tanto la fina como la gruesa me iba a absorber durante mucho tiempo. A veces contaba con un ayudante para cargar, otras no, y entonces yo cargaba y manejaba. Esto no me eximía
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