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DESTINADO A GUARERO Cuando más enfrascado estaba en este trabajo y, ya al final de la recolección maicera, me comunica el padre superior que he sido destinado a la Misión de Guarero, en la Guajira. El hermano que estaba allí me sustituiría en el Tukuko. Antes de irme procuré dejar las cosas lo mejor posible. Sin terminar octubre, salí de la querida Misión del Tukuko. Me hubiera gustado terminar allí el mes para dejar recogido el maíz y avanzar la limpieza de la yuca, pero... "el hombre propone y Dios dispone". Él sabe, muy bien, escribir derecho con líneas torcidas y lo que nos parece una gran pérdida, a la larga, se convierte en una ganancia. Así me pasó a mí en esta ocasión, y en otras muchas. Salgo para Guarero el 18 de octubre y llego al día siguiente. Recordé mi breve estancia en la Guajira, el año anterior, cuando en compañía de Domingo Tete fui a pintar los edificios. Fueron quince días completos de siete a siete, sólo interrumpidos por el tiempo empleado en comer, que fue nuestro único descanso. La pintura incluyó la limpieza de rejas metálicas muy oxidadas. Amanezco enGuarero el día 20 de octubre de 1959. Lo primero que veo es un camión "requeteviejo", adaptado para transportar granzón y arena. Era lo más urgente, pues iba a comenzar la construcción del internado de niñas y la casa de las hermanas. Un poco más allá del camión veo el corral de ordeño con unas poquitas vacas, unas diez, con sus crías. El P. Clemente me acompaña en mi recorrido por las instalaciones y me va explicando todo. Este buen superior y compañero iba a estar a mi lado durante este año. ¡Ahora es que voy a echar de menos al Tukuko! A pesar del ajetreo de cosas y de trabajos, la convivencia familiar de los yukpas, que eran tan amables y serviciales, hacía la vida más fácil y llevadera.

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