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57 Fray Emiliano de Cantalapiedra / ....... . ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• hubo que hacer. Así pasó esa mañana de primavera, dando gracias a Dios bendito y a la Virgen Santísima y al bueno de Fr. Marcos. Ahora sí se puede mirar el patio. Por cualquier lado que se le mire se le encontrará limpio y bien ordenado. Las demás dependencias, pasillos, habitaciones, azoteas, etc.; iban quedando tan bien o mejor de lo que había quedado la parte baja y exterior de la casa. Ysi no se hizo arriba mejor de lo que se hizo, fue porque en los siguientes días se iba a pintar. Ya tenemos con nosotros a nuestros amigos los pintores, señor Pablo y señor Resurrección, antiguos trabajadores del la Misión del Tukuko, que eran muy experimentados en este oficio; y ¡falta hacía! porque la residencia del Obispo era muy grande y muy alta. La pintaron toda por fuera sin usar andamios sino solamente escaleras. Las paredes quedaron muy bien pintadas, con dos manos de pinturas bien dadas, y haciendo la parte exterior en menos de una semana. Pintaron luego el interior empleando los mismos días que en la parte exterior. Las cosas pequeñas, ya me las arreglaría yo para hacerlas con las personas que empezaban a ir por allí para preparar la ordenación de Monseñor. Sólo faltaba un mes. En este tiempo me estuve acostando todos los días a las doce de la noche. No se normalizó por completo nuestra vida ordinaria hasta pasados ocho días de la ordenación del señor Obispo. Fue entonces cuando uno pudo descansar un poco. Cuando quedaban tres días, todo eran apuros y presentarse mil cosas a la vez, pero vuelvo a decir lo de otras veces: Dios nunca falta y siempre ayuda. Aquí también contábamos con las hermanas de Santa Ana, que igual que en la Misión ayudaban muchísimo, tanto en el trabajo como en tantas cosas que ellas mismas compraban con su dinero. No aparecía un imprevisto que no ayudaran a solucionar inmediatamente.
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