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51 Fray Emilíano de Cantalapiedra j........ ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• Hidrocarburos, que hacia una inspección una vez al año, y colaboraba con la Misión, haciendo un vuelo sobre la motilonia y de esa manera localizar con cierta precisión donde estaban los bohíos de los barí. Era preciso evitar tantas vueltas y rodeos por la selva, que en nada terminaban. Seguían los trabajos de la iglesia y la atención del internado y estar pendiente de los trabajadores. Los planes eran terminar la iglesia para fines de año y poder inaugurarla el 2 de enero del año 1956, que era el cuarto aniversario de la llegada de las Hermanas a la Misión. Las obras iban según lo previsto, pero a principios de agosto, el maestro de obras, tuvo un descuido y se cayó de la escalera, quedando accidentado. Todo el mes de agosto estuvo todo detenido. Después se reanudaron los trabajadores y se continuó sin novedad. Había tres contratistas: uno para el piso, otro para el techo y un tercero que hacia todo lo demás. Vienen las Fiestas Patronales y, una vez más, vienen a ellas los yukpas de la Sierra en gran número. Quieren pasarlo bien y al lado de los hijos que tenían en el internado. Entre las actividades recreativas, estaba el concurso de tiro de flechas con el arco que era tan popular y motivaba tanto a los ancianos. También había otros deportes. Los internos actuaban en veladas, actos cómicos, cantos, etc. Los obreros criollos, para no ser menos, hacían carreras de caballos. También había palo ensebado y carrera de "enmochilados". Lógicamente lo más interesante era la comilona que se servía al mediodía, durante los tres días: carne, arroz, yuca, bebidas, etc. Por la tarde se festejaba el santo del día. La jornada terminaba con una película y... a dormir. Para seguir la fiesta al día siguiente con igual alegría y algazara. Así terminaron las fiestas de este año 1955 que resultaron muy bien, tanto en lo religioso, lo festivo, lo deportivo, lo familiar y lo cultural. Los yukpas demostraban el valor de su cultura, y los misioneros enseñábamos que todos estos valores familiares, culturales y formativos, para que sean positivos, deben ir acompañados de una vida profundamente cristiana.

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