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48 •••••••• \. 0.r.1!1:?.r.~q~ .. ...................... .-................ Misión, y tenían que atender a los suyos y a las casas que habían dejado en la Sierra. Todos querían dar una vuelta y llevarles el fruto de su trabajo. Por eso, al llegar el domingo y poner fin a la semana, se les arreglaba la cuenta y ellos, según sus necesidades lo distribuían, llevando todo o parte, incluso comida, como arroz, azúcar, harina demaíz, aceite, kerosén. Este último lo llevaban en latas para alumbrarse por la noche, valiéndose de potes y botellas que llenaban de combustible y le introducían mechas de trapo, las prendían, y... ¡Adelante con el farol! Seguimos con el mes de mayo, amparados y protegidos por nuestra Madre Inmaculada en este mes suyo, a pesar de lo terrible que iba a pasar al finalizar. Con la venida de nuevos trabajadores yukpas, se comienzan nuevos trabajos en los potreros, reservando los mejores para los internos y dándoles a los obreros los más trabajosos y difíciles. Ellos entendían la razón de este proceder. Por segunda vez, casi seguida de la anterior, se preparó otra intentona de contacto con los indígenas barí. Volvieron a hacerlo los sacerdotes del Tukuko. Esta vez el P. Fidel no fue. Sí fueron los yukpas de la vez anterior; pues estos benditos, siempre andaban atentos y dispuestos para colaborar en los proyectos que a cada momento tenía la Misión. A mediados del mes de mayo salen los expedicionarios por el camino de Peraya hacia Pirushi. Hacía unos cuatro años habían robado los barí un niño pequeño. Los que quedamos en la Misión, quedamos pidiendo a Dios, todos los días, en la Santa Misa, por el éxito de esta expedición. Aguardamos pacientemente el resultado diciendo siempre: sea lo que Dios quiera. El último día de mayo, cuando estábamos rezando el rosario, entra Abel Pete a la capilla con la noticia de que el P. Saturnino, compañero del

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