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32 ········:._ Memorias ··················••••••••••••••••••••••••••••••••••••• .. el hombro, había que ver cómo empujaba la piedra, por grande que ésta fuera; pero no siempre estaban los dos, pues uno u otro tenía que salir a Machiques y a Maracaibo, para hacer diligencias y traer cosas para la Misión. Pero también había que hacer los trabajos necesarios en la casa, en la escuela, en los sembrados que había, cuidar los animales... Si me sobraba tiempo, iba a ver los trabajos que estaban haciendo los obreros, en la limpieza del terreno para sembrar paja y contar así con pasto para el ganado que pronto traeríamos y, que era muy necesario para la alimentación de todos. Pero antes de traer el ganado había que cercarlo todo con estantillos que ya estaban hechos pero no colocados. Con estos trabajos tan abundantes yo viajaba muy poco a Machiques. El viaje a Machiques era muy penoso, pues a veces había que ir, casi siempre, en mula, desde la Misión hasta la residencia del Obispo. De regreso, la cosa era peor: a medio camino, al empezar las cuestas, que eran muchas y grandes, el jinete tenía que bajarse y seguir a pie, pues la bestia se negaba seguir llevando la carga y al jinete. Caso contrario, ella se tumbaba en el suelo. Total había que caminar cuesta arriba, dando tropezones con tantas piedras que había en el camino y aguantando los rasguños de la maleza. Pero así llegábamos dando gracias a Dios Nuestro Señor que cuida de uno por esos andurriales. De la Misión a Machiques se empleaban seis horas y de Machiques a la Misión, siete horas. El P. Félix solía hacer los viajes a Machiques, iba casi todas las semanas. Ese día yo me levantaba a las cuatro, despertaba al "mulero" para que preparara los animales mientras el padre celebraba la Misa y yo le ayudaba y comulgaba. Era costoso madrugar por el frío que hacía, entre doce y trece grados. Después de la Misa tornábamos un café con leche bien caliente. Los viajeros marchaban y yo iba a la capilla a hacer la oración y la lectura espiritual, con la puerta bien cerrada para conservar algo de calor.