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31 Fray Emiliano de Cantalapiedra }' •••.... pendientes allá. Los aserradores siguieron aserrando los palos que habían tumbado anteriormente. El trabajo de aserrar lo hicieron en varios sitios del monte más grande y cercano a la casa, pero siempre la distancia era de cientos de metros. Siempre era costoso llevar la madera a la Misión pues, como no estaba seca, pesaba mucho; sobre todo los postes y madrinas para los potreros. Las tablas y estantillos pesaban menos y se llevaban mejor. El camino era malísimo: estrecho, con muchas subidas y bajadas, pendientes altas y grandes piedras. Bajamos cientos de piezas de madera. Con el tiempo se hizo todo y bien hecho. Comenzó el año 1953. Este año iba a ser de mucho trabajo en la Misión de Ayapa. Como nuevo Superior teníamos al P. Félix María de Vegamián, venía con grandes planes, que algunos consideraron una locura... Más adelante veremos cómo resultó todo. Lo primero que se propuso hacer, se hizo. Aunque costó todo el año. Y fue el camino para el carro desde la Misión hasta el río Negro. Se hizo todo él a pico y pala y buenas barras de hierro, para sacar las muchas piedras que, a cada paso, salían. Al rodarlas iban barranco abajo a cien por hora. Llegando al rio, las piedras eran tan grandes que hubo que quitarlas con dinamita que consiguió el padre en Maracaibo. De Machiques a la Misión hubo que traerlas en mula. Costó bastante porque eran treinta cajas. Nos ayudó mucho el señor Rafael Bohórquez, que trajo un buen trecho del camino una porción de cajas, en su camión, lo cual alivió el trabajo de las mulas. En casa guardamos la dinamita bien escondida para que no pasara ninguna desgracia. Gracias a Dios no pasó nada malo. El camino fue adelante poco a poco, pero con tesón y con fuerza y con muchos brazos también. Yo trabajé poco en este camino pues eran los sacerdotes los que estaban con los obreros, ayudándoles y mucho. El P. Félix cuando metía
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