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27 Fray Emiliano de Cantalapiedra ;-······· ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• Estuvimos ocho días en Caracas. Los cinco misioneros que estábamos destinados alVicariato Apostólico deMachiques, salimos enun"carro por puesto". Hicimos parada en Valencia para comer al mediodía, después, cenamos y descansamos en Barquisimeto, pues llegamos llenos de polvo •y muy cansados. La carretera de Caracas a Maracaibo era entonces de granzón, por eso el viaje fue muy penoso. Nos lo hicieron llevadero el buen trato que nos dieron nuestros hermanos de los conventos donde fuimos hospedados. En la capital del estado Lara hicimos la mitad de nuestro camino, pasando la noche de lo mejor en esa casa tan buena y acogedora y con los buenos tratos que nos dieron. Al día siguiente, y muy de madrugada, tuvimos la Santa Misa, en la que comulgamos los hermanos y, enseguida, el desayuno y a viajar rápido para Maracaibo. La misma brega del día anterior, pero con las paradas que hicimos para tomar refrescos y el buen ánimo de todos, sobre todo del chofer, llegamos a Maracaibo sin novedad que lamentar. ¡Gracias a Dios! Aquí estuvimos una semana entera mientras sacábamos nuestra documentación, siendo bien atendidos por el superior, P. Claudio de la Velilla y demás religiosos que nos sirvieron de lo mejor. Una vez terminadas las diligencias en Maracaibo partimos para Machiques a las dos de la tarde del día once de marzo de 1952. A las dos horas habíamos llegado, nos llevó el carro hasta la residencia del Obispo y casa central de los misioneros capuchinos en este Vicariato Apostólico. Allí estaba, cerca de la puerta, Mons. Ángel Turrado Moreno, que era el Vicario Apostólico. También estaba el P. Romual9-o de Renedo que acababa de despedir a Mons. Rincón Bonilla que se iba marchando, después de visitar y almorzar con los religiosos. Fr. Honorato de Villanueva nos recibió con mucho afecto franciscano.

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