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220 •••••••• \ .M~.1!!~(~q-~ ... .................................... .. en otras veces: catecismo, cantos, rezos, comentarios. Todos estábamos muy a gusto y disfrutábamos del encuentro. Pero el sol va declinando y no hay más remedio que partir hacia el Tukuko, río abajo, que traía poco agua. Al llegar al Tukuko fuimos a agradecer a Jesús Sacramentado este hermoso viaje que acabábamos de terminar. Al día siguiente, 10 de febrero, fui a visitar a los yukpas que vivían entre Peraya y Kishashamo, en el Valle de los Motilones. La Power-Vagon nos llevó hasta la estación misional de la Virgen del Camino. De ahí en adelante seguimos a pie. Nos detuvimos un rato al mediodía para comer. Cuando regresamos a la Misión del Tukuko ya anochecía. Aproveché un día para visitar la comunidad de Shaparu y otro, la de Marewa. Fui también al cementerio a rezar por los yukpas difuntos, algunos tan queridos, como Víctor Ia, Abel Pete, Juancito Tekeche. Yo los recuerdo siempre en la Santa Misa. A mediados de febrero ya estaba incorporado a San José de Perijá. Me ocuparía, de momento, de la iglesia y la sacristía y de la cocina. Éramos tres frailes fijos, en la casa, a veces se nos sumaba un forastero. Iba también a dar catecismo al caserío de San Felipe. Es evidente que aquí el trabajo era más tranquilo, a pesar de que lo tenía que hacer yo todo, pues no había ayudantes. Estaría cinco años en esta casa. A los dos años y medio fui a hacer una suplencia a Fray Mateo que iba de vacaciones a España y, después, estuve unos meses en Guana. Total: estuve ausente ocho meses. Pasados los cuales volví a San José, ¡lástima que no fuera San José de Ogdebiá! Al regresar de Guana empecé a repartir la Sagrada Comunión a los enfermos en su casa. Lo hacia todos los domingos y, en algunos casos, todos los días. También cuando no había sacerdote, hacia yo los entierros. De San José de Perijá volví a la casa de Machiques, por cuarta vez. Estaría del 29 de mayo de 1987 al 24 de marzo de 1993. El movimiento