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219 Fray Emiliano de Cantalapiedra _¡········ •••••••••••••••••••••••••••··•·•···••············•••••••• empiezo a darme cuenta de que mucha gente no es de aquí, hay gente de Psikakao y de Taremo, caras conocidas. Estaba Tema y Maskukape y sus tres hijos menores: Komateta, Mashashi y Akiyoshi. Igualmente los Irakipashi... y muchísima gente más. Entre unas cosas y otras se nos fue la tarde enseguida, pero, como siempre, aproveché el tiempo. Aparte de haber mucha gente, todos estaban muy interesados en oir y aprender. Terminamos rezando y cantando y nos fuimos a dormir. La noche transcurrió en la paz de la selva, pero amenizada por los ladridos de los perros, el rebuzno de los burros, algún gruñido de cochino y, para terminar el canto del gallo, al amanecer. Pero todo eso resultaba agradable y gracioso. Yo pensaba: ¡Cuánto hubiera disfrutado mi Padre SanFrancisco con estos amaneceres de Kanobapa! La servicialidad de los yukpas se puso una vez más en evidencia: tomamos el café, desayunamos, rezamos y arrancamos a caminar. También esta vez haríamos las paradas y visitas acostumbradas, empezando por las familias que estaban en el trayecto de Kanobapa a Kiriponsa. Enseguida empezamos nuestro trabajo. Siguieron llegando yukpas de los contornos. Cabe destacar la presencia de Owampi, Matrina, Koyashi. Cuando esto escribo, siento dentro del alma un pesar muy grande de no haber tomado notas de los yukpas, con quienes me encontraba en estos viajes, de las circunstancias de su vida, de sus costumbres y toda esa cantidad de cosas que salían espontáneas en el trato y la conversación. Muchas cosas las recuerdo, pero otras muchas se olvidaron. Lo que sí recuerdo perfectamente son los gratos momentos y grandes impresiones que viví en esta Sierra. Yo presentía que esta excursión apostólica sería la llave de oro que cerraría mis correrías por la Sierra. Pero todavía estoy en pleno recorrido, en Kanobapa se me han unido varios acompañantes que hacen el recorrido más interesante y entretenido. A Ipika llegamos a mediodía y ya había un grupo grande gente. Traíamos mucha hambre. Enseguida el bueno de Araya movilizó a todo el mundo y además de buscar comida, la prepararon de lo mejor. Así fue que bien comidos pudimos aprovechar la tarde para nuestro encuentro. Fue una tarde muy bien aprovechada, haciendo en ella como
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