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210 •••••••• \. 0.~.~~_,:~q~ . ........................................ barí. Después de los violentos enfrentamientos del principio, siguieron catorce años de gestiones ante los organismos oficiales, por parte de los misioneros capuchinos. Labor tesonera y callada, pero, al final, eficaz. La mayor parte de la tarea la llevó a cabo el P. Romualdo de Renedo que era ahora superior del centro misional de Tukuko. Toda la Santa Misa la pasé dando gracias a Dios por este desenlace feliz. Yo creo que David no sintió tanta alegría cuando derrotó a Goliat como yo la sentí este día. Porque el derrotado era tan grande como Goliat. El caso es que el hacendado que tanto dinero invirtió al principio, cuando soñaba apropiarse de esas tierras, al ver que pasaba el tiempo, que la defensa de los derechos de los bari no remitía y que cada vez era más improbable permanecer allí, fue abandonando aquello. En estos momentos todo había desaparecido: las cercas de los potreros, la paja, los corrales... Todo estaba mucho peor que cuando, en 1961, empezó a invadir. Me mandaron que fuera para allá, tratando de ver como estaba y qué se podía hacer. Apenas desayunar salí acompañado por unos cuantos yukpas. La primera impres1on fue de desolación al ver aquel desastre. Naturalmente que recordamos los acontecimientos que vivimos en este sitio, y en el mismo, nos arrodillamos para agradecer a Dios, que hubiera escuchado nuestra oración que como grito desesperado le dirigimos en aquella ocasión. Sólo lo teníamos a él por abogado y defensor, y fue suficiente. Repuestos de la primera impresión fuimos recorriendo de arriba a abajo todo el terreno. Estaba todo lleno de maleza y espinos. El sol tropical y la abundante lluvia hacen que la vegetación crezca rápidamente y, si nadie corta la maleza, ésta crece desmesuradamente. Lo recorrimos todo. Al llegar al lugar donde asesinaron a Abel Pete rezamos por su eterno descanso. También rezamos por el pobre colombiano, que murió unos metros más allá, defendiendo los intereses ajenos y atacando, en

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