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204 •••••••• \ . M~!!!~.1:~q~ . ...................................... .. EL VUELO DE LA ABEJA Sucedió que un día, Monseñor estaba celebrando. Estaba en el momento de la consagración y una abeja se puso a revolotear alrededor de su cabeza. Yo estaba arrodillado a unos pasos, me entró tanto apuro que pedí al Señor que me picara a mí y no al Obispo para que no se fuera a interrumpir la celebración de la Eucaristía. Pedido y concedido, ahí mismo se dio vuelta la abeja y se vino a donde estaba yo. Yo tenía las manos juntas y un poco levantadas en postura de adoración. Fue lo primero que encontró el animalito y allí me dio tremendo picotazo. Yo sólo supe decir: ¡Gracias Jesús por este buen picotazo tan bien dado! Preferí cien veces ese pequeño dolor a que se fuese a interrumpir la Santa Misa, como otras veces. El cuento de las abejas, a pesar de los esfuerzos por ahuyentarlas, duró hasta 1989. En ese año el Sr. Sixto Márquez, nacido y criado en Machiques, decidió remodelar la Catedral a costa de su bolsillo, lo hizo a memoria de su difunto padre y para complacer a su madre, aún viva y con 90 años. No escatimó gastos. Empezó por levantar las cubiertas del techo. Allí aparecieron cantidad de enjambres. A punta de fuego y kerosén. Hasta los bomberos prestaron ayuda. En unas cuantas noches se logró eliminar este problema que se arrastraba desde hacia años y que, en determinadas temporadas, recrudecía. En las fiestas patronales del Tukuko me puse de acuerdo con los yukpas que bajaron para la fiesta, para hacer una excursión a primeros de noviembre. Les había prometido llegar hasta Shashapa, pero partiendo de Kanobapa a la izquierda y pasando por el rancho de Makre, pernoctar allí y seguir al día siguiente a casa del papá -que lo era también de Benito Yapishire, que vivía en la casa del obispo en Machiques, y nos acompañaría pues quería visitar a su papá. Yo tenía interés en visitar otros viejos, que debían andar por los 90 años, y que vivían por esos lados.

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