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203 Fray Emiliano de Cantalapiedra r······· •••••••••••••••••••••••••••······························ de la Virgen María, tenía que asistir, en la Catedral, a la bendición de la candelas. Habría mucha asistencia de gente, tanto por la mañana como por la tarde. Como es de suponer, ese día y los siguientes, seguían en mi mente los días anteriores, en los que había convivido y aprendido entre esos fieles y valerosos hijos de la Sierra. Este día de la Candelaria pedí a la bendita Madre que intercediera ante su Hijo para que fuera él luz que iluminara a esa buena gente. También recordé a los habitantes de la pequeña comunidad yukpa parirí de Candelaria, cerca de Kasmera. El recuerdo de las noches, absolutamente a oscuras, vividas en la Sierra y sólo alumbradas por la luz de la candela, me ayudaba a entender lo que es Jesucristo para el hombre: luz que ahuyenta la oscuridad. Volví a la rutina de todos los días: la casa, la sacristía, la cocina, los viajes a el Rodeo, apoyando al P. Clemente o al Catatumbo, apoyando la Misión de Bokshí. En perspectiva estaba un viaje a la cuenca del Yasa. Ahora vendría la Cuaresma y la Semana Santa, después el mes de mayo y después las fiestas patronales... Una rutina igual todos los años desde enero de 1963 a junio de 1974: once años y medio. En el año 1973 las cosas fueron parecidas a los años anteriores. Hice dos visitas a los yukpas de la cuenca del Yasa y volví a visitar a los yukpas de la cuenca del Tukuko. Esta vez llegué hasta Shashapa, esto fue en el cuarto trimestre del año. La rutina diaria se veía interrumpida por pequeñas anécdotas. Durante una temporada les dio a las abejas por venir a esta.blecerse en el patio de la casa, por las paredes de la misma. Era una cuestión bastante molesta, sobre todo cuando, estando en actos de culto en la Iglesia, entraban unas cuantas y se ponían a revolotear por entre la gente. Por otra parte, Monseñor Aurrecoechea, nuestro Vicario Apostólico, era alérgico a las picaduras, en alguna ocasión se mareó al recibir la picadura y tuvo que sentarse e interrumpir la Santa Misa. Otro día se encapricharon las abejas con el altar mayor y hubo que celebrar la Santa Misa en un altar lateral.

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