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20 •••••••• \. M~.'!?~1:~q!'. ....................................... .. amistades de la casa, sobre todo por la señora Rafaela. Todo el tiempo que estuvieron en el pueblo no dejó de atenderles y servirles; así hacia esta buena señora con nosotros los capuchinos, siempre se desvivía por la comunidad. Era terciaria franciscana y la Orden le dio carta de hermandad, como bienhechora insigne de los capuchinos. ¡Qué Dios, nuestro Señor y la Santísima Virgen María se lo hayan pagado en la otra vida! También había otras personas que nos apreciaban mucho, tanto en Ribadeo como en los pueblos vecinos: Villaselán, Piñeira, San Juan de Obe, etc. etc. Entre las personas que nos ayudaban estaba el señor José Cando y su familia, Danoeli, la vecina, Carmen González, la familia Cela, que vivía al lado de casa, y tantas llamadas de teléfono hacia y recibía a cuenta nuestra. Este pueblo tenía varias comunidades religiosas: además de nosotros estaban los Hermanos de la Enseñanza Cristiana. De religiosas, estaban las clarisas, las siervas de Jesús y dos comunidades de hijas de sanVicente de Paúl, en su colegio y en el hospital de la población. Las más cercanas a nosotros eran las siervas de Jesús. Los padres nuestros eran sus capellanes. Bien se lo merecían por sus grandes servicios a nuestra iglesia y a nuestra casa. Yo, personalmente, les tengo que agradecer mucho lo que se interesaron por mí cuando caí enfermo y también las atenciones que tuvieron con mis padres cuando estuvieron de visita. Estaban también las claritas, v1vian al otro extremo del pueblo, pero por ser franciscanas como nosotros, siempre tenían comunicación espiritual con nuestra comunidad. Los sacerdotes les daban retiros, eran sus confesores y alguna vez les predicaron los ejercicios espirituales. Ellas correspondían lavando la ropa de la sacristía, haciéndonos dulces, etc.
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