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Fue muy receptivo y prometió plantearlo al Cabildo. Éste aprobó el proyecto y, para las Navidades de ese año estaba echa la carretera hasta la misma comunidad. ¡Fue un gran alivio! Esas Navidades se facilitaron mucho las cosas y yo pude ir muchas veces a celebrar, a animar, a motivar las fiestas. De todos modos, durante todo el año, con dificultades y esfuerzo yo estuve yendo allí, visité alguna vez las otras comunidades y seguí atendiendo la casa de Machiques. Pasaron las Navidades que tuvieron mucho ajetreo, por la mayor afluencia de gente a la iglesia y en la casa, pues hubo muchos huéspedes. Volvió la calma, yo reanudé los quehaceres de siempre. Este año 1970, con la nueva carretera, yo empecé a ir a Aponcito tres veces por semana, para la catequesis, atender un poco la escuela y hacer las celebraciones. Así resultó que una semana de 1970 era más fructífera que un mes de 1969. Eso sin tener en cuenta el esfuerzo que suponía, que ahora era bien poco. De todos modos sólo estuve yendo hasta el mes de abril de 1970. En esa fecha hubo una redistribución del personal, pasando el P. Clemente de Viduerna a Samadoyi, y el P. Adolfo de Villamañán, que hasta ahora había estado en Saimadoyi, pasó a residir en Aponcito. Mis visitas ya no tenían sentido porque ahora había allí un misionero residente. El jeep que yo venía usando se le entregó al P. Adolfo. Yo me quedé, de momento, sin vehículo. En el mes de marzo yo pude subir a las comunidades de la Sierra. Esta vez subí mucha carga, con la cantidad de donaciones para los yukpas de allá, en parte provenían de Caritas, en parte del obispo, en parte de amigos. A pesar del esfuerzo para mí eran muy gratas estas excursiones. Yo me sentía feliz entre ellos, durmiendo en sus mismas viviendas, comiendo en su compañía. Esta vez pasé una semana en la Sierra, llegando a Psikakao y Shashapa. Tenía intención de seguir hasta la frontera con Colombia, y bajar hasta la Misión de Sokorpa, donde estaban los capuchinos de la provincia de Valencia, el P. Eleuterio, y las Hermanas Lauras, pero mis planes se frustraron pues cuando estaban llegando a la frontera, río arriba, al saltar de piedra en piedra, di un resbalón y, al caer, me fracturé un dedo, y por no dar molestias, preocupaciones y trabajos,

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