BFCLEO00033-H-100000000000000

180 •••••••• \. M~.1?1:?.~fq~ ....................................... . grave para los indígenas. Esto contrasta con las veces que fue a pedir el voto en tiempo de elecciones. El siguiente presidente del Concejo sí tomó cartas en el asunto. Durante año y medio tuvimos que hacer el trayecto final a pie, yo y todos los habitantes de la comunidad. Piénsese en los niños, los ancianos y los enfermos. En tiempo de verano el calor era sofocante, pero en tiempo de lluvia era peor: casi todas las tardes caían, de improviso, lloviznas inoportunas; el río crecía y había que pasarlo con el agua a la cintura, casi siempre se llegaba a casa de noche. Una vez en la casa, con la ropa seca y un buen baño, uno quedaba renovado. Era un gran consuelo ver la capilla llena de gente rezando el rosario y atendiendo a la explicación de la catequesis. Cuando terminaban se iban a sus casas y los niños iban cantando a todo pulmón los cantos que acababan de oír en la capilla. Entonces uno entendía que el camino era secundario, con tal de poder llevar a los yukpas la enseñanza cristiana y el trato amigable. De todas formas, las condiciones del camino no permitían ir y venir el mismo día, había que pernoctar siempre en la comunidad: había que acomodarse a las circunstancias, aunque uno no las esperase y fueran por demás inoportunas y desagradables: pero Dios nunca dejaba de favorecerme de mil maneras, por lo cual no dejé nunca de darle gracias. Hoy en día, cuando me acuerdo de aquello, aunque hayan pasado treinta años, vuelvo agradecer a Dios aquellos cuatro años y pico que estuve yendo y viniendo a aquella querida Misión de San Fidel de Aponcito. A pesar de las circunstancias nunca me pasó nada malo, a pesar del pésimo camino, el río crecido, la traicionera quebrada Koteba que crecía muchísimo y en poco tiempo. Repito, entonces y ahora, no dejo de darle gracias a Dios, tan bueno, y a su Santísima Madre, por su perenne protección. En 1969 entró como presidente del Concejo Municipal el Sr. Machado. Fui a plantearle la realidad que vivía la comunidad yukpa de Aponcito.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz