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Aragtoba. Hice lo mismo que en Yera: la noche nos encontró rezando y cantando. A la mañana siguiente rezamos, hubo clase, catequesis y después del mediodía emprendimos la marcha. Visitamos los bohíos de San Francisco y Magdalena de paso hacia San José de Ogdebiá. Allí estaba el bueno de Germán Atokarvira, que, casi desde niño, anduvo siempre acompañando a los misioneros en el Tukuko y aquí en la motilonia. La estancia, tanagradable paramí, enSanJosé deOgdebiá, la aproveché de lo mejor, Germán me ayudó muchísimo, a alfabetizar, la catequesis, las celebraciones, etc. Había que ver qué contento estaba y con cuánto gusto hacia las cosas. ¡Cuánto sufrió cuando nos fuimos! Seguimos a Bachichida donde paramos poco, pero siempre hubo catequesis. Pasamos el río Kishashamo (según los yukpas), o Yumyimba (según los barí), o Santa Rosa (según los watías) y entramos en territorio yukpa. Nos detuvimos un poco y rezamos por los que allí murieron. ¡Cuántos recuerdos dolorosos e inolvidables! Seguimos al Shukumo. Aquí sí nos detuvimos, con las mismas actividades de los otros sitios. El 1 de octubre, víspera de las fiestas patronales del Tukuko, me fui a Machiques. Sentí mucho no poder asistir a las fiestas, pero tenía cosas urgentes que hacer en Machiques y no me fue posible. Reinicié la rutina diaria: atender la casa de Machiques, visitas a San Fidel de Aponcito, con la catequesis, la alfabetización, el rezo y las celebraciones en la capilla -esto dos veces por semana- Igualmente las visitas periódicas a las rancherías más cercanas: Rancho Grande, Macoa, Kasmera, Paraguita, Koptepa. Más de tarde en tarde: Potiche, Samamo, etc. Durante todo el mes de noviembre visité las rancherías de la cuenca de río Negro, también estuve en Wasama y Kasmera, en la cuenca del río Yasa.
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