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176 •••••••• \ .M~.7!!'?.1:~q~ ......................................... rato había que repetir la operación: ¡El cuento de nunca acabar! Pero yo seguía feliz con un mulo viejo y cojo, cabalgando en su espinazo apenas cubierto con un sudadero, que poco amortiguaba los golpes. Pero yo era joven y con energías, aguanté un día y otro día, y otro más... Hicimos noche en Aragtoba y Yera, aprovechando el tiempo para dar catequesis y celebrar la Eucaristía. A los tres días llegamos a Antray, entre ríos y quebradas pasamos más de diez. Comenzamos la construcción de la escuela, la capilla y la casa de las misioneras, así como los muebles más necesarios, aunque rústicos. El padre se fue a Casigua, con los de la malariología para traer a las Hermanas. Yo me quedé solo con la obra. En aquel tiempo había, en esta selva,muchos árboles de buena madera: cedro, ceiba, roble... Allí mismo se aserró la madera y se hicieron los muebles. Aparte de las obras materiales, mañana y tarde daba catequesis y alfabetización. Yo estaba feliz, trabajaba mucho y tenía el consuelo de tener el Santísimo en el rancho provisional donde dormía. Cada día, con la asistencia de los barí y de los cuatro obreros criollos, celebraba una paraliturgia en presencia del Santísimo. Daba gusto ver como todos rezaban y cantaban, finalmente, los que podían, comulgaban. ¡Cómo me acordaba de los días de San José de Ogdebiá! Lo malo era que allá, sino había sacerdote no podíamos comulgar. Ahora, sin embargo, sí podíamos comulgar, y ¡todos los días! El Concilio Vaticano II cambió, en buena hora, la disciplina de los sacramentos. Me quedé en Antray ocho días. No me pudo ir mejor y no pude aprovechar mejor el tiempo. Emprendí el viaje del regreso al Tukuko. Ni el padre, ni el Sr. Osbaldo regresaron conmigo. Sí me acompañó un grupo de barí. Hice el viaje con calma . Me detuve un poco más en cada comunidad, con la rutina de siempre: catequesis, charla... Tardé cuatro días. El primer día viajamos hasta Yera, adonde llegamos a media tarde. Allí dormimos. Aproveché bienel tiempo: hablamos mucho, di catequesis, rezamos el rosario, cenamos juntos, cantamos... Al día siguiente, hicimos una celebración. Al mediodía comimos y emprendimos el camino a
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