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kilómetros. Había que pasar unos barrizales grandes, de dos de ellos nos tuvieron que sacar remolcados con un tractor. Después de hacer esas visitas a las comunidades más alejadas, visitas difíciles, costosas y bastante alejadas, volvíamos a concentrarnos en nuestros dos centros habituales de trabajo: la casa de Machiques y el Centro Misional San Fidel de Aponcito. Para mí era como tener una casa en dos sitios, con distinta manera de ser cada uno. En nuestro Vicariato de Machiques, a pesar de que las casas no estén lejos, hay una diferencia muy grande de una a otra. Inicialmente existía la esperanza de que los Hermanos Maristas que se hicieron cargo del Colegio San Pablo, atendieran San Fidel de Aponcíto, pero pronto se vio que las actividades del colegio y la catequesis les absorbían totalmente. En consecuencia yo seguí atendiendo Aponcito hasta encontrar una solución definitiva. En Aponcito tuvimos la novedad de que volviera el Sr. Pedro Rojas a trabajar en este Centro. Él pudo restablecer la traída de agua, hasta el caserío, la escuela y la casa de los padres. Se intensificó la actividad de la escuela. Aunque había bastantes niños en el internado del Tukuko, en la comunidad quedaban bastantes todavía que atenderlos bien. También la parte espiritual había que llevarla hacia delante. En Septiembre se reinauguró la capilla con toda solemnidad. Aproveché la presencia del veterano misionero del Caroní, P. Tirso de Escalante, para celebrar la Eucaristía. Aparte de los yukpas de Aponcito fueron bastantes invitados de Machiques, como el Sr. Héctor de la reencauchadora Kunana, la Sra. María Jesús de Peña, Eleida de Setién, Ángela de Piñeiro, Dra. Nérida Duin de Setién... etc. Resultó una fiesta íntima y familiar que llenó de alegría a todos, especialmente a los yukpas, que siempre desearon tener entre ellos la Eucaristía. Aunque el camino amenazaba con romperse llegando al poblado, aún estaba transitable. Cuatro años y cuatro meses estaría yo atendiendo San Fidel de Aponcito. El camino se deterioró y casi desapareció, por él tuve