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170 •••••••• \ . M~!!! 1 ?.1:~q~ . ........................................ REHACIENDO SAN FIDEL DE APONCITO Llegamos a los primeros días de 1966. Se abre el año con dos noticias que a mí me afectarían mucho: los Hermanos Maristas abrirían una casa en la parroquia del Carmen y Mons. Aurrecoechea tenía mucho interés , que se hicieran cargo del abandonado Centro Misional de San Fidel de Aponcito -andando el tiempo se cambió el nombre de este Centro Misional y se le puso Sirapta- con sus edificios medio en ruinas. Me encargaron que fuera atendiendo este sitio hasta ver qué opinaban los hermanos. Tenía que ir allí cuanto antes. La segunda noticia es que, en la casa de Machiques, los misioneros harían los ejercicios espirituales anuales. Serían durante el mes de enero. Había que habilitar la casa para hospedar tanta gente y, durante los ejercicios, atender a las tres comidas, pues seríamos unos quince comensales. Pero, gracias a Dios, esos seis días resultaron de lo mejor. Vinieron los capuchinos del Vicariato Apostólico de la Guajira Colombiana. Pasados los Ejercicios, concentré todo mi tiempo libre y los recursos disponibles para acometer la nueva responsabilidad de San Fidel Aponcito. Iba varias veces a la semana. Salía de Machiques y regresaba el mismo día. Dejaba organizada la cocina y el yukpa mayor se encargaba de poner a cocinar la comida, sobre todo por las tardes. El camino no era bueno, era escabroso, montañoso y peligroso pero en jeep echaba unos 45 minutos en ir y otros tantos en venir. El jeep era un trasto viejo, pero, tratándolo con cuidado, me sirvió todo el tiempo. También, en este jeep hacía las decenas de viajes al Tukuko, llevando o trayendo enfermos y pasajeros. Total: a partir de este año mis andanzas misionales se iban a duplicar, sin desatender las responsabilidades domésticas de la casa central de misiones. La primera tarea enSan Fidel de Aponcito, fue reparar los desperfectos en las edificaciones. Aunque sólo hacía ocho años se habían construido esas instalaciones, después de un tiempo abandonadas, ahora daba pena