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164 ........ \.. M~.1!!~rJq~ . ...................................... .. Comencé el año 1963 en Machiques. Todo el peso de la casa caía sobre mí, pero pronto vino Cornelio, un yukpa, y después, José, que era más pequeño. Iban todos los días al colegio. Los conocía desde hacia tiempo, del Tukuko, cuando estaban en el internado. Cornelio hacia tres años que había salido de él. Los dos eran buenos trabajadores. Nuestra vida se podía resumir en tres palabras: limpieza, orden y trabajo. Atendíamos la Iglesia, la cocina y la casa. Especial trabajo daba la hospedería. Por ser residencia del Obispo y casa central de misiones, venía mucha gente: desde misioneros, pasando por yukpas y barí, y, no siempre por un día, sino por varios. Unos iban y otros venían. Había pocas habitaciones y, en aquel tiempo, no había otra casa. Con el tiempo, este problema y otros se irían enfrentando muy bien. Todo se iba haciendo con constancia y empeño. Empezamos por ordenar los patios y depósitos, que estaban llenos de corotos en desorden. La mitad de ellos no eran otra cosa que chatarra y basura. Había que ir amontonando lo inservible para botarlo. Yo cumplí treinta y ocho años al mes de estar en Machiques, con ellos y los dos ayudantes eran muchísimas las cosas que era capaz de hacer. Otro trabajo era hacer los recados. Al principio los tenía que hacer yo, sobre todo las compras. En Machiques había una sola parroquia y, lo normal era que hubiera un entierro o un funeral cada día. Cuando los ayudantes iban al colegio quedaba solo y tenía buen trabajo en atender a la portería, alguna vez el párroco, la atendía, pero casi siempre era yo. Al año y medio se puso una secretaria que trabajaba tres horas por la mañana y tres por la tarde. Fue un alivio para mí, pues a esa hora los muchachos estaban en la clase y todo recaía sobre mí. Con la secretaria podía atender mejor la cocina y la hospedería. Los muchachos estudiaban en el colegio parroquial de San Antonio, en la Sabana. Quedaba un poco distante del centro y yo los llevaba todos los días y los buscaba al salir de clase, en el jeep de la parroquia que tenía a mi disposición.

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