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157 Fray Emiliano de Cantalapiedra ¡-····"· ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• exageración lo que acabo de escribir, no hay tal cosa, sino la pura verdad. Los que no han vivido estas experiencias no saben lo que es sentir la protección de Dios y de su Madre Santísima, para nosotros, en Ogdebiá, en la Virgen del Camino. A pesar de todo eso, se ha ido y se sigue yendo, porque allí viven unos hijos de Dios que se llaman yukpas y barí y el misionero debe ir a donde ellos están. Éstos fueron los deseos de nuestro Seráfico Padre San Francisco, llevar hasta el confín del mundo el mensaje de paz y amor, a todos los hermanos que se nos ha confiado. En este mes de mayo, además de flores naturales silvestres, le hemos ofrecido a la Virgen María, las flores de nuestros esfuerzos y trabajos, y sobre todo, la gratitud de los buenos barí, que, por fin, vuelven a vivir en sus tierras de siempre, pescando en sus ríos y comiendo de sus conucos. No cabe duda de que esa alegría de ahora es la flor que más agrada a la Virgen. En junio seguimos cortando estantillos y madrinas. Tenemos prisa por cercar los potreros y poder tener así vacas, a las cuales ordeñar. La alimentación de todos los que estamos aquí se verá muy mejorada con la leche diaria, el queso, la carne de res. Hasta ahora la leche que consumimos es leche en polvo, y no es lo mismo. Celebramos la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús y del Corpus Christi. ¡Que consolador es vivir la vida de cristianos! No salimos de una época buena y entramos en otra mejor, aunque esté uno en la lejanía y soledad de esta grandiosa selva, que con su abundancia de bienes nos habla continuamente del poder y grandeza de Dios nuestro Señor, Creador de todo lo que aquí vemos y, de muchísimo más que ignoramos. En la segunda quincena de junio volvieron las hermanas. Los barí que hay entre Bachichida y Ogdebiá no caben en sí de gozo, reciben toda clase de servicios y beneficios. También a las hermanas se las ve felices, haciendo toda clase de bien, sobre todo atendiendo enfermos y evangelizando. En realidad todos los habitantes de Ogdebiá y sus contornos nos beneficiamos de esa presencia benefactora. ¡Lástima que