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155 Fray Emiliano de Cantalapiedra ;········ •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••·••••••••••• Los yukpas, desde que se comenzó la obra de pacificacióny promoción de los barí, sobre todo los tres primeros años, fueron el punto clave para acompañarles en esa tarea de promoción y defensa de sus tierras. Los barí ignoraban absolutamente las tretas y costumbres de los watías -también ignoraban el uso de los recursos de la civilización- y eran demasiado inocentes para poder defenderse eficazmente. Los yukpas, al lado de los misioneros, asumieron esa tarea. A los cuatros meses del primer contacto ya andaba yo, acompañado de algunos yukpas, visitando las comunidades de los barí. La primera vez, el P. Epifanio iba también. Con él fuimos al bohío de San Francisco y de allí pasamos al de Fátima, el de San Francisco estaba recién terminado. Lo habían hecho en el espacio que ocupó otro, grandísimo, de 35 X 15 metros y que fue quemado hacia sólo un año, por watías, que tenían una hacienda al otro lado de la Sierra de Marewa. Es bueno aclarar que este caso nada tiene que ver con la hacienda del río Santa Rosa y sus fechorías. Nada impide que hubiera acuerdo entre las personas que realizaron ambos enfrentamientos. Es necesario tener en cuenta, que eran muchas las personas que codiciaban las tierras de los barí, y todos estaban convencidos de que estas tierras eran baldías y que los barí eran un simple estorbo. En la quema de este bohío, cuyo jefe era Alochí, murieron varios barí. En este caso los barí no huyeron, antes bien, plantaron cara valientemente. De hecho volvieron a construir el bohío, aunque mucho más pequeño que el quemado. Aquí llegué yo el 3 de diciembre de 1960. Seguimos al bohío de Fátima, como ya dije, que distaba unos seis kilómetros. La tarde estaba de caída y llovía suave pero persistentemente y con agua fría. Llegamos de noche. Era la primera vez que gente extraña llegaba hasta allí, viniendo por tierra. Había unas cien personas entre niños y adultos. Nos recibieron con alegría y cariño. Pasamos la noche en el bohío. Ahora, desde Ogdebiá visitaba a esta gente con frecuencia, les llevaba alguna cosa y les daba catequesis. Ellos, siguiendo su costumbre, venían a visitarnos, eran muy bien atendidos y, recibían también catequesis y participaban de nuestras oraciones en la capilla. Este ir y venir resultó muy provechoso para estrechar vínculos y relaciones. En definitiva era la misma metodología empleada en el
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