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154 •••••••• \. M~.1!!~t~q~ ......................................... contente sólo con lo que se dice! Los indígenas quedaron muy edificados y agradecidos. Sólo Dios les pagará como se merecen. Seguimos con el mes de mayo, mes de las flores, para ofrecérselas a nuestra Madre la Virgen del Camino. El camino hasta llegar aquí es bien largo y penoso. Ella, con su compañía, nos lo allana grandemente hasta llegar a Ogdebiá, el sitio más apto, por ahora, para reunir, socorrer y ayudar a estos buenos barí. Por lo tanto, seguimos llenos de optimismo, trabajando hasta no más. Hay mucha gente que nos apoya: los Padres y Hermanas del Tukuko, los misioneros seglares, los yukpas... Por todos ellos van estos rosarios que rezamos en este bendito mes de las flores. s,· Soñamos que esto, de ahora en adelante, se repita todos los años. En ··•.:·•···· ... ·.·• lo material, además de los trabajos ordinarios, estamos empeñados en < acondicionar tres potreros. A la larga, los dos primeros resultaron muy 'I buenos, el tercero no prosperó pues fue convertido en pista de aterrizaje, ··•.···.·••·•.••.••·1•.·.••• pero esa es otra historia. Esto sucedió en más de una ocasión: poner todo el entusiasmo en una obra que, al final, no se pudo concluir por cambio ··•··.•·.··l de planes. De todos modos, lo nuestro es poner todo nuestro esfuerzo e ilusión, Dios sabrá que vendrá después. • Ogdebiá quedaba casi en el corazón de la motilonia. Aquí cerca, había tres poblados, al estilo tradicional barí, viviendo en sus respectivos bohíos. Dos eran de reciente construcción. Uno estaba muy cerca de nosotros, algunos lo llamaban Dacuma. Los misioneros lo llamaban de Santa María Magdalena porque en él, el día de esta santa, tuvo lugar el contacto pacífico del P. Adolfo y el P. Epifanía. Nunca se debe olvidar que junto con estos padres iban doce yukpas, todos jóvenes, algunos, incluso muy jóvenes. Es evidente que buena parte del éxito de este encuentro se debió a estos valientes yukpas. Cuando entraron en el estrecho sendero, que conducía directamente al bohío, todos vieron las flechas clavadas en el camino, en señal de advertencia. Yo me pregunto: ¿Qué hubiera pasado si estos muchachos valerosos no hubieran echado a correr hacia el bohío estableciendo así contacto con los barí, sin vacilaciones? El contacto en este bohío fue el mismo día que el otro, habido en el de Fátima, desde el helicóptero y a media mañana. Aquí fue a la una de la tarde. .

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