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153 Fray Emiliano de Cantalapiedra / •••••••• Pasado el río ya estamos cerca de casa y tan cerca, que ahí mismo llegamos, rendidos y cansadísimos. Una vez en San José se sintieron de otra manera, pues la casa, aunque pobre, tenía lo necsario para pasar la noche y descansar después de tan largo y duro camino que les había llevado todo el día y todas las energías. En cuanto entraron en la casa y vieron su habitación y su chinchorro y demás cosas se animaron grandemente. Enseguida vino la cena. Todos los ingredientes eran de la selva motilona: plátanos, guineos, yuca, aguacate, pava, lapa, paují, etc. Quedaron asombrados de que en aquella lejanía hubiera tanta comida y tan variada. Así terminó el día 18 de mayo, día de nuestro santo patrono San Félix de Cantalicio, cumpliendo con todos nosotros su oficio de hermano y protector. La mañana siguiente comenzó con lo mejor: la oración y la Santa Misa, después de haber pasado unos cuantos días sin ella. Hoy, no solamente será la Santa Misa, sino las "Santas Misas", pues fueron cuatro: dos Obispos, el P. Jano y el P. Adolfo. Fue para nosotros una cosa inolvidable y grata hasta no más. Después, todos a desayunar. Terminado el desayuno fu,eron visitando las viviendas y demás casas de por allí, también visitaron la cascada que está cerca de la casa y que es bastante grande y bonita, en la que se pensaba poner una turbina para suministrar energía eléctrica. Mientras tanto todo eran comentarios. Esa misma mañana emprendieron ese único camino hacia el Tukuko; dejándonos a todos los que allí quedamos un grato recuerdo de esa visita tan amable y tan querida. Fue una visita digna y meritoria. Grande fue el esfuerzo que hicieron los visitantes y más grande fue el consuelo para los misioneros e indígenas de Ogdebiá. Nosotros comentábamos: ¡Lástima, que poca gente de esta categoría, quiera conocer nuestros problemas de primera mano, y no se

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