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15 Fray Emiliano de Cantalapiedra / ....... . ••••••••••••·•••••••••••·•·•••••••••••••••••••••••••••••• ferrocarril a la plaza principal donde está la iglesia parroquial. También el antiquísimo convento de las clarisas. Este pueblo, que es más bien una villa grande y bonita, tendría en la década de los cincuenta, unos cinco mil habitantes, rodeado por una ancha ría que viene de Vegadeo (Asturias) y separa a Galicia de Asturias. De esta manera Ribadeo esta rodeada en gran parte por la ría, por el mar y por grandes montañas. Por todos estos sitios me paseé en compañía de alguno de los padres. Sobre todo por la ría, para visitar a los sacerdotes de aquellos pueblos asturianos, que iban mucho a nuestra casa. Un padre, que con mucha frecuencia me acompañaba por aquellos pueblos, era el P. Marceliano, que tenía mucha amistad con los párrocos y con la demás gente. Pero en el mes de julio, marchó para la custodia de Venezuela y fue reemplazado por el P. Generoso de •Barcenilla que hacía poco había llegado de Portugal. Los trabajos de la casa eran muchos, aunque relativamente pequeños, pero costosos y de todos los días. Nada mas terminar la Misa, había que preparar el desayuno, unas veces para dos y otras para cinco o más. A veces, había padres forasteros que pasaban por allí. Lo mismo que se hacía con el desayuno se hacía con la comida y con la cena. Al terminar el desayuno, salía a la calle a comprar la comida del día, la mayor parte de los días del año eran lluviosos y fríos, así que se agarraban buenos catarros, que eran bastante molestos y largos. Pero no había más remedio que, a diario o casi a diario, salir a comprar, y encima con sandalias y sin calcetines y con la ropa que se llevaba entonces, que no era muy abundante, pero gracias a Dios nunca faltó el paraguas porque sin él no se podía salir de casa. Cuando volvía de buscar la comida y hacer algunas diligencias, me ponía a preparar la comida, que siempre me llevaba unas dos horas, porque al mismo tiempo tenía que atender la portería; que a veces daba