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de sus familiares a manos de braceros del hacendado. Pero pareciera que esto no había sucedido. Todos quedaron sorprendidos al ver allí a un misionero capuchino. Tanto los guardias como el hacendado decían que no esperaban que estuviera allí un capuchino. Contestación: providencia de Dios, sino sólo él sabe lo que pudo haber pasado. Enseguida empezó la actuación del juez que estaba totalmente parcializado a favor del hacendado pues él lo trajo, los guardias tenían idéntica actitud. El juez sacó unos folios que traía preparados y los leyó. Se pudiera resumir su contenido en pocas palabras: los yukpas y barí habían cometido un gran delito contra ese pobre hacendado millonario y debían asumir las consecuencias. Al terminar de leer sus papeles pregunta a los yukpas y barí, mientras me mira a mí: -¿Qué les parece? Como me miraba a mí fijamente le contesté: -Que respondan los yukpas y los barí que están deseando hablar. Enseguida uno de los yukpas, Miguel Chókape, que hablaba bastante bien el castellano dijo. -Usted dice que hemos hecho mucho perjuicio a este señor y es al revés: es él el que nos ha causado muchos perjuicios a nosotros. Él hizo esta hacienda en donde había un bohío barí, habitado por unas cuantas familias barí. Las echaron de mala manera, resultando muertos algunos de ellos, como los papás de este barí que está al lado mío (se refería a Akuero).

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