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132 ••.... ••\ Memorias ················•·••••••••••••••••••••••••••••••••••••• .. Amanece el día 21 de noviembre, festividad de la Presentación de la Santísima Virgen María. ¡Qué día tan terrible iba a ser éste para un servidor! Nuestra Santísima Madre bien nos iba a amparar en éste su día. Yo amanecí preocupado, por lo que pudiera pasar en este día. Los yukpas estaban igual que yo. Nada más desayunar se van camino adelante, como al encuentro de los visitantes anunciados. Algunos, sin embargo, se quedaron para cuidar el ganado. Yo andaba al cuidado de todo y de todos, pues hasta niños pequeños había. Pasa el tiempo y no viene ningún yukpa... Ya pasaban las dos de la tarde. Por fin, aparece un grupo pequeño, bastante nervioso. Detrás vienen los restantes. Avisan que vienen bastantes camionetas, venían en fila pues el camino era pura montaña, despacio. Les dio tiempo a los yukpas a cortar unos cuantos árboles muy grandes y atravesar los troncos a lo largo de un buen trecho del camino, quedando éste completamente bloqueado. ENTRE DOS FUEGOS Eran como las cuatro y media de la tarde cuando estando yo en el río, lavando la ropa, siento grandes voces y gritos. Cuál no sería mi sorpresa y, desagradable hasta no más, cuando veo a toda esa gente: guardias nacionales, hacendados, y braceros, bien armados, algunos con dos armas y encañonando todos al grupo de los yukpas que les daban la cara y los desafiaban con flechas y cuatro escopetas viejas. ¡Pobrecitos! ¡A su lado tenían a sus mujeres y a sus hijos! Apenas vi esto eché a correr hacia los guardias nacionales y demás guardias y sin miramiento alguno les eché en cara su manera de proceder tan indigna e irresponsable, poniendo en peligro tantas vidas humanas. Al dueño de la hacienda ni le dirigí la palabra. Los agraviados por las fechorías de este señor habían sido los yukpas y, sobre todo, los barí; que allí había algunos de los que tenían sus bohíos en esta hacienda hacia sólo unos meses. Allí murieron varios

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