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131 Fray Emiliano de Cantalapiedra 1········ Yo no dejaba de pensar en lo que estaría tramando el dueño de la hacienda. Más de lo que hizo no pudo hacer, pues las circunstancias le eran del todo favorables. En esos días los hacendados de la región celebraban su feria en Machiques. El hacendado utilizó todas sus cualidades de abogado, de locutor, y, mucho más las que tenía de injusto y atropellador; no le importó nada componer las cosas a su manera con discursos mentirosos, envenenando al pueblo con ellos, difamando y calumniando hasta más no poder a los misioneros, poniéndolos ante todos como atropelladores de sus bienes. Su argumentación era simple: "Me quieren sacar a mí de esas tierras porque dicen que eran tierras de los indios; todas las tierras de sus haciendas también fueron de los indios. Hoy me sacan a mí: mañana a ustedes". Había un pequeño detalle: las tierras que le disputaban a él los indios las acababa de invadir, mientras que el común de las haciendas tenían muchísimos años de explotación. De sus intervenciones en la feria pasó a la radio y a la prensa. Yo seguía en la hacienda con los yukpas y barí, esperando la solución del conflicto. Según el P. Adolfo, todo iba muy bien, pues en el IAN y en la Comisión Indigenista daban todo su apoyo a los indígenas (en realidad no había nada de eso). El hacendado sabía que la cosa no era así, para eso tenía de compadre al Ministro del Interior. Bien avispado y sagaz consiguió en Maracaibo (el Gobernador del estado dependía del Ministro del Interior) varias docenas de guardias y como un centenar de braceros, colombianos en su mayoría, trabajadores de varias haciendas, se presentó en la hacienda. También iban varios hacendados. Todos armados hasta los dientes. Los que estábamos en la hacienda nada sabíamos de estos movimientos. Al tercer día de estar yo con los indios en la hacienda (era el 20 de noviembre) llegó el P. Jano desde Machiques para notificar que, al día siguiente, iba una comisión oficial compuesta por el juez, dos guardias nacionales y el propietario de la hacienda. En realidad al padre le habían informado mal, pues se comprobó que ellos andaban con mentiras, empezando por el juez. El P. Jano se volvió a Machiques pues había una reunión de misioneros, al día siguiente, convocada desde hacia tiempo.

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