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127 Fray Emiliano de Cantalapiedra j" •.. •••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• chofer trajeron todo a la estaciónVirgen del Camino, por eso el transporte sólo tardó dos días. Las ventanas medían 1 X1 y las puertas 2 X0,80. Ahora fue preciso meter los materiales de la nueva capilla. En el Tukuko había unas casas prefabricadas de metal. ¡Aquello era una quijotada! Nos salió un poco costosa esta locura (como tantas otras que hicimos). Salí para el Tukuko acompañado de tres internos de los mayores que estaban en Ogdebiá. Llevábamos cuatro mulas. Llegamos a media tarde como cuatro quijotes montados en sendos rocinantes. Hicimos la visita al Santísimo y fuimos a ver la carga que estaba en el depósito. Las piezas eran bastante grandes para cargarlas en las mulas, y además eran muchas: ni por eso nos desanimamos. ¡Erre que erre! Una por una cargamos las piezas en la Power-Vagon, para, nada más amanecer, arrancar para el Shukumo. En el Tukuko había dos sacerdotes. Uno de ellos nos dijo la Misa de madrugada para que saliéramos pronto, el camino iba a ser largo y la carga muy difícil de llevar. Llegados al Shukumo, a la estaciónmisional de la Virgen del Camino., acomodamos las piezas de la casa, de la camioneta a las mulas, las amarramos fuertemente, nos encomendamos a laVirgen y emprendemos viaje. Eran treinta kilómetros. A Ogdebiá llegamos tarde y casi sin carga, pero llegamos bien. La carga era larga y pesada. Las mulas, a cada poco, se topaban con grandes árboles que había a derecha y a izquierda. La primera mula, a base de topetazos rompió las amarras, echó a correr como una loca y dejó todas las láminas por el camino. Otra, al ver a su compañera correr tan airosamente, hizo lo mismo: salió corriendo. También ella rompió las amarras y dejó la carga en el sitio. Sólo la tercera lo hizo bien y llegó sin novedad hasta Santa Rosa. Allí encontró a sus compañeras comiendo felices la paja del potrero. Las láminas estaban bastante lejos de allí y