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119 Fray Emiliano de Cantalapiedra !" ...... . ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• cierta frecuencia; con el tiempo uno se iba haciendo insensible a ellos y echaba para adelante sin prestarles atención... Así pasaba uno los días, las semanas, los meses y hasta los años. En este transcurso del tiempo los trabajos que llevábamos entre manos iban para delante y así, aquel yucal que se plantó nada más llegar aquí ya estaba ofreciendo su yuca y, sin hacerse de rogar, ya los barí se habían adelantado comiendo las primicias, pero siempre conmoderación y pensando en los demás y siendo muy bien vistos por los yukpas y los misioneros pues, como dije antes, no había entre nosotros ni mío ni tuyo, éramos como una gran familia y todos arrimaban el hombro; para todas las cosas se salía generoso y constante. De esta forma, esta primera residencia misional en la motilonia iba en progreso y adelanto; pues uno se admiraba, sobre todo los que venían de afuera, de lo que allí había pasado, y ahora veían y veíamos todo el adelanto que había, sobre todo en la parte alimentaria. SIRVIENDO A LOS BARÍ Hay una anécdota que me parece interesante consignar. Era hacia el 8 de junio de 1961, era sábado, aproveché el día para ir al Tukuko desde San Antonio de Bachichida, en el cual aún vivíamos. El sábado era el día ideal: al llegar al Tukuko pedía al padre la comunión, oía Misa y comulgaba el domingo y el lunes, por la mañana, antes de salir, otra vez. Fui a pie hasta la mitad del camino, quince kilómetros. En el río Shukumo estaba Paulina Eua con el "yipito" de la Misión, apuradísimo, trataba de avanzar por el pésimo camino, pésimo hasta para caminar por él a pie, intentando acercar el vehículo a unos barí para que subieran a él y así llevarlos al Tukuko, pues estaban enfermos. Los barí a pie no podían seguir. Una mamá enferma cargaba en brazos a su bebé de quince días que respiraba con dificultad. Paulina, buen cristiano, buen chofer y buen yukpa afrontó todos los riesgos y peligros y logró llegar hasta la enferma, la montó en el carro y la llevó al dispensario de la Misión. Los otros barí que no presentaban gravedad quedaron en espera

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