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114 •••••••• ··: Memorias ······•········•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• .. Las tres mulas que teníamos se hicieron imprescindibles para hacer el viaje semanal al Tukuko y proveernos de alimentos, medicinas y otras cosas que fuéramos necesitando. El apoyo que nos brindó siempre la misión del Tukuko en la persona de las hermanas, de nuestros hermanos de hábito, el P. Rumualdo, Fr. Mateo, fue constante y eficaz. Asi, todos los días bregando todos, para que avanzara nuestra fundación de San José de Ogdebiá, donde, aparentemente estábamos :¡!',: solos y desamparados, por estar en plena selva y tan lejos de la :! civilización, no era así, teníamos por compañera a la naturaleza, pujante >: y generosa. Lo experimentábamos a diario y era, para nosotros, motivo ' para agradecer a Dios y a nuestra Señora de Fátima, nuestra patrona, los -íJ inmensos beneficios que a cada momento y en cada rincón sentíamos. ;\1 Más adelante se verán casos concretos de estos beneficios. i El día no era suficiente para aprovechar todo lo que salía al encuentro, en este lugar y en temporadas señaladas, como el mes de mayo; por ejemplo, la cosecha de aguacates, abundante y que duraba varios meses. Había para todos, yukpas y barí, residentes y transeúntes. Estos árboles eran mudos testigos de la permanencia de los barí en esta zona, cuando los plantaron, y de dónde tuvieron que huir ante el acoso de los hacendados, abandonando sus cultivos. LA COMIDA DE CADA DÍA Con la abundancia de aguacates, llegaron las lapas, que cada noche, creyéndose seguras, salían de sus escondites a comer los aguacates del suelo. Era la oportunidad para que el diestro cazador nos proveyera de abundante y exquisita carne. Éste es el fin de los animales que Dios ha puesto al servicio del hombre para su sustento. Pero el hombre no agradece estos favores y no se da cuenta de ellos sino cuando pasa necesidad. , \ , ¡ ,
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