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111 Fray Emiliano de Cantalapiedra /" ••••••• la Campaña de Pacificación de los barí. Incluso consiguió una hermosa imagen, para colocarla en la motilonia cuando se pudiera entrar allí. Mientras tanto, en junio de 1954, llevó la imagen al Tukuko y la colocó en la parte más visible de la capilla, pues todavía no se había construido la iglesia. Aún pasarían seis años antes de ser eso posible. Todo esto lo recordé al ver en el bohío la imagen de la Virgen de Fátima. El día 31 de mayo tuvimos una celebración especialmente solemne. Los macheteros, después del trabajo fueron, por iniciativa propia, a buscar flores del monte y las trajeron en cantidad. Rezamos el rosario a nuestra Madre, con especial fervor. Ella estaba como en un jardín florido. Nuestros trabajos nos habían rendido y estábamos muy contentos. Todos estábamos seguros de haber sido amparados por ella. Para el mes de junio colocamos en la capilla un cuadro del Sagrado Corazón de Jesús. Vamos llevando nuestros trabajos con sumo rendimiento y perfección. Es nuestro deseo que todo quede bien aquí, antes de pasarnos a San José de Ogdebiá. Desde allí pensábamos seguir atendiendo este sitio, sobre todo la cerca que limitaría las tierras de los barí de las tierras ocupadas por la hacienda intrusa. Los quince días de junio, que nos quedaban de permanencia aquí, seguimos con nuestra rutina. Ahora teníamos que traer, desde el Tukuko, en mula, las cosas que hacían falta en Ogdebiá. Pusimos mucho interés en las siembras de Ogdebiá, porque de ello dependería nuestro sustento. Cuando las mulas no estaban ocupadas viajando al Tukuko las empleábamos en hacer viajes de Bachichida a Ogdebiá. Los caminos eran infames hasta no más, pues hasta las pobres mulas se veían apuradas andando por tanto barro. Pero Dios Bendito nunca falta. Dios está en todas partes, pero mucho mejor está donde hay soledad, dejamiento y necesidad. Este inolvidable sitio, no iba a ser olvidado ni abandonado, pues quedaba en el camino de la futura estación misional de Ogdebiá, donde, de un día para otro, nos instalaríamos definitivamente. Previendo eso, quisimos dejar todo muy bien, para que no pareciera casa sin dueño, pues había costado muchos trabajos y sudores, pero en un ambiente de alegría
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