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108 •••••••• \. M~.1:!~.1:~q~ . ........................................ más rápido que un rayo. Todos dijimos: "A la vuelta te esperamos." Regresamos a nuestras casas y seguimos durmiendo. Por fin amanece. Algunos se ponen a seguir el rastro del tigre que nos había visitado, no muy lejos vieron restos de la gallina secuestrada. Los demás nos reunimos en la capilla para rezar, después, a desayunar y, cada cual a su trabajo. Pasamos el día muy atareados. Los macheteros y estantilleros en el monte, los cocineros y un servidor, con las mulas, fuimos acarreando cemento para Ogdebiá, para que los obreros fueran echando el piso. Cuando llegamos vimos que el albañil se habíamarchado al Tukuko. Nosotros seguimos haciendo un viaje diario. Al regresar a Bachichida preparábamos la cena. Con esas idas y venidas metimos cien sacos de cemento. Al caer la tarde, hicimos el mes de mayo a la Virgen María, rezamos el rosario, cenamos y nos fuimos a dormir. Sabíamos que el tigre volvería esta noche a buscar alguna de nuestras gallinas. A todas ellas las metimos en una vivienda y cuatro voluntarios se apostaron en sitios estratégicos esperando al ladrón de gallinas. Enseguida se presentó (a la misma hora que el día anterior). Los vigilantes y avispados perros dieron el aviso de su llegada. El tigre avanzó hacia el mismo sitio que la noche anterior, miraba hacia las viviendas y sus ojos relucían como faros de camioneta. dos yukpas dispararon las escopetas al mismo tiempo y, el animal cayó muerto al suelo. De esa manera las gallinas podrían dormir tranquilas. De todos modos buscamos un sitio seguro donde durmieran las gallinas, previendo que se presentara otro de la misma compañía y hacernos la faena de comernos otra gallina. Mientras unos desollaban el tigre, los demás fueron a tomar café con galletas. Era el día de la Invención de la Santa Cruz y había que celebrarlo. La víspera habíamos hecho una gran cruz y ahora la colocamos en la fachada de la capilla, en la parte más alta. También tuvimos un desayuno extraordinario: Víctor Osareta cazó ayer unas hermosas pavas de monte, y hoy las añadimos a nuestro acostumbrado desayuno. Nuestros desayunos tenían que ser fuertes pues nuestra jornada de

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