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106 •••••••• \ .M~.'!!~~~q~ ....................................... . de que hacían falta varios materiales, sobre todo laminas de zinc para el techo: llovía mucho y cuando no, hacia mucho calor. Les prometí a los obreros colombianos que trabajaban allí, que nada más llegar las dos mulas del Tukuko, que estaban en camino, les mandaría, o yo mismo les traería, las laminas de zinc. Cuando llegué a Bachichida, de regreso, vi que las dos mulas que estaban de camino, ya habían llegado, traídas por el obrero de Santa Rosa. Por eso, al día siguiente, después del desayuno, un yukpa cocinero y un servidor colocamos a cada mula un montón de laminas y, con ellas, salimos para Ogdebiá. Hicimos el viaje de ida y vuelta en cuatro horas. Las mulas estaban bien alimentadas y descansadas. Con todo, no pudimos llevar todas las laminas y quedaban otras cosas por llevar, como puertas, ventanas, etc. Cesáreo Barrios y su ayudante, Manuel Ubirichi, habían acarreado todo eso, desde el Tukuko, antes de que se destruyera el camino de Santa Rosa. Ahora, el viaje en mula al Tukuko tardaba cinco horas. Continuamos en el resto del mes de abril los trabajos de la cerca con sus estantillos y la colocación del alambre de púas. También la construcción de la capilla iba adelantadísima, pero había que empezar a sembrar y a plantar maíz, paja, yuca, guineos, plátanos, etc. necesitábamos comida para nosotros y para los barí que iban y venían de un lado para otro, pescando, cazando o, simplemente, paseando, de acuerdo a su costumbre. Por todo esto comenzamos a traer madera de yuca e hijos de plátano y guineo de la estación misional de Santa Rosa, empleando las dos mulas. Según iba llegando el material, mientras se preparaba el desayuno y, al caer la tarde, se iba sembrando. De esta manera avanzó la siembra sin parar los otros trabajos. Terminada la capilla, colocamos en ella, el altar, un crucifijo, un cuadro de la Virgen y otro de San Antonio. Hicimos unos bancos del

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