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103 Fray Emilíano de Cantalapíedra ;···· .. •• ......................................................... Una de las cosas buenas que tenía este sitio es que en el se dormía de lo mejor. El gallo, madrugaba todos los días y nos despertaba puntualmente, aunque nadie se levantaba hasta que sonaba el despertador a las cinco y media. Entonces empezaba la actividad: prender la fogata, hervir el café, afilar los machetes, pelar la yuca y el plátano para el desayuno. Después; la oración de la mañana y el abundante desayuno que nos debía mantener en pie hasta casi las dos de la tarde; después, por la tarde, con otro buen tiempo de trabajo, la cena y el rosario terminábamos el cuarto día de nuestra estancia en Bachichida, el día 18 de abril. Amanece el quinto día, 19 de abril, fiesta nacional para todos los venezolanos, por tanto también para nosotros, izamos la bandera nacional y salimos al encuentro de los que venían del Tukuko para celebrar esta fiesta. El lugar estaba unos kilómetros mas allá, a orillas del rió Ogdebiá, afluente del Bachichida, en el cual desemboca más abajo de donde nosotros estábamos acampados, cerca de allí se fundó mas tarde la comunidad de San Miguel de Saimadoyi. Tomamos el café negro abundante y caliente, que caía muy bien en estas mañanas frescas. Aproveché un rato para repasar con los yukpas y barí algo del catecismo de la doctrina cristiana. SAN JOSÉ DE ÜGDEBIÁ Del Tukuko vinieron tres padres y tres hermanas, y misionero seglar Ezequiel Bonal y varios alumnos y alumnas internos. Vinieron en la Power-Vagon y en un Jeep. La idea era dar comienzo a la primera estación misional de los barí. En otras circunstancias se habría dicho "Colocar la primera piedrá'. En este caso tendría que ser "Colocar el primer palo". Una de las preocupaciones era cómo atraer a los muchos barí dispersos por las haciendas que estaban pasando tanta necesidad. Un centro misional como el del Tukuko podría hacer mucho en este sentido.
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