BCPAM00R16-4-48000000000

en el cauce de los acontecimientos que han llevado has– ta el desenlace. Narraremos hechos. El lector concluirá de su parte si no ha habido acaso una serie de coinci– dencias providenciales para limpiar esta muerte de cual– quier interpretación extraña a la intención constante de los protagonistas, como si Alguien desde el otro lado fuera manejando los hilos para que al final las cosas aparezcan claras e inequívocas. Desde su llegada a Ecuador Inés había residido casi todo el tiempo en Rocafuerte; salvo los meses iniciales (enero-julio 1977), desde el 4 de agosto del año de su venida Inés estaba en Rocafuerte. Se aproximaba el final del trienio, e Inés pensaba y deseaba que, liberada de su servicio de superiora, quedaría del todo disponible para indígenas y sobre todo para los Huaorani; se siente en plena forma para este ministerio. He aquí un retazo de su corazón en una carta puramente familiar escrita a su hermana carnal Angela para felicitarle el cumpleaños: M ••• Ya nos hacemos viejitas; no puedo creer que yo esté lle– gando a la moneda grande como decía mi mamá; aún creo que soy la niña loca como cabra y la verdad es que no me pesan los años. Ya casi termina mi reinado. ,Ben– dito sea Dios! Ahora diré viva la libertad. Espero me de– jen aquí para dedicarme más de lleno a los indígenas y al apostolado de los Huaorani• (2-Il-86). En realidad la cosa no fue así. Llegados los cambios Inés fue trasladada a Coca y de nuevo con el oficio de hermana superiora de la comunidad. Llegó a su nueYo destino el 21 de enero de 1987. La comunidad de Inés en la que residirá hasta el final, son estas hermanas: Candela Quijano, Cristina Tamayo y Lucero Giralda. Es cierto que estando en Coca estaba al lado de Monseñor; pero este traslado no dejó de ser contrarie– dad. Si ha de entrar a los Huaorani por el Yasuní, ten– drá que bajar primero a Rocafuerte, 300 kilómetros por vía fluvial. 218

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz