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~ñadir a esa música tan fina, tan hermosa, tan espiri– tual? China es un mundo y China es esperanza de la Igle– sia China tiene su cultura y tiene que darle todavía muchísimo al catolicismo de la Iglesia Católica, porque hay todavía posibilidades inéditas en la cultura china; hay posibilidades inéditas en las virtudes del pueblo chi– no. Entonces para que la Iglesia sea universal tenemos que movemos, y entonces ante el desafio de los 500 años de la evangelización de América está, sobre todo, China; porque este país de Sudamérica, en su mayoría católica, cuando haya conseguido acompañarse del pue– blo chino, entonces Cristo reinará en todo el mundo. Hermanos: China os espera (aplausos). Y quiero terminar invocando a la Virgen, Reina de China, para que haga suscitar misioneros y misioneras en la Iglesia Ecuatoriana. Voy a cantarle el Ave Maria en chino (aplausos), que la canté muchas veces en mi sole– dad de aquellos tres años que no puedo olvidar. (Canta el Ave María. Nuevos aplausos)". Pero mientras Alejandro sentía de esta manera y ha– blaba con esta exaltación y fogosidad, algo había trama– do en su corazón. No en esta fecha, sino anteriormente se había puesto en contacto con la Curia general de los capuchinos para ver si, aún como Obispo, no podía vol– ver misionero a China. El asunto se conversó con el Pre– fecto de la Congregación para la Evangelizacion de los Pueblos, el Cardenal Tomko. Los superiores generales ciertamente quieren ver de nuevo a los capuchinos en China... y tratan de buscar una fórmula leal y factible. Alejandro está viviendo estos ideales en carne propia. En un momento de sinceridad y desahogo, dos meses antes de su muerte, escribe así al P. Provincial: "¿Mi impr esión? - Me siento desorientado y apenado de la actitud de la provincia, del P. General en su visita y del Capítulo en este asunto; me tendrá que perdonar mi juicio personal de que no estamos d is– puestos a arriesgar nada por la Misión de Pingliang" (19- V-87). 214