BCPAM00R16-4-48000000000

ble limitada por el muy relativo conocimiento del chino. Se le explica al Sr. Obispo el motivo de nuestro viaje: saber qué pasa con la Iglesia en China, y conocer algo de nuestra vieja misión en el Kansu. ¿Viven aún aque– llos sacerdotes que dejó Monseñor Larrañaga al cuidado de los cristianos? El Sr. Obispo y su sacerdote se interesan. Toman las listas que les ofrece Alejandro y van respondiendo con sencillez lo que saben. Algunos sacerdotes han fallecido. Otros siguen aten– diendo a los cristianos de Kansu. El Padre Ma vive y atiende en Pingliang. Hay además otros dos sacerdotes en Lanchow. Otros sacerdotes siguen en sus casas, pero de alguna forma ejercen su acción cristiana. El Sr. Obispo y su sacerdote se muestran optimistas respecto a la fe de los actuales cristianos de China y su número incluso ha aumentado. Aunque no lo dicen muy alto, es evidente que ha habido un gran sufrimiento. El seminarista no nos quita el ojo de encima y son– ríe siempre, sirve té verde. Tanto el Obispo como su sacerdote viven en una gran pobreza. En la habitación que nos han recibido hay una imagen del Sagrado Corazón y otra de Maria Inmaculada, un Cristo y la foto del Obispo el día de su ordenación. Luego dos grandes fotografías con todo el episcopado chino y algunos colaboradores en alguna reunión celebrada en Beijin". Fue muy consoladora aquella entrevista. Por la no– che Alejandro, anota Juan Santos, hizo llegar al Obispo "una jugosa caridad". En Siang aquella tarde Alejandro quiere contactar con la gente. Pronto se ve rodeado de un grupo de mu– chachas, curiosas de que este europeo hable chino. "- Yo soy sacerdote católico -les dice Alejandro– Y viví en China. ¿Dónde? - En Pingliang. osotras somos de Lanchow. Está cerca. ¿Por qué no vienes otra vez con nosotros? Porque el pueblo chino no me llama. Pero si me 210

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz